27 julio 2006
El gemelo exitoso
El teléfono sonó varias de veces hasta que Carolina fue a atenderlo, nuestra discusión sobre la secuencia de sucesos de una vieja anécdota colegial nos tenía atrapados.
—¡Hola!
—Hola, si, ¿con Carolina?
—Si, ella habla.
—¿Cómo le va? Yo soy Cesar, amigo de su marido Carlos, quién me comento que usted viajaba a Canadá la semana próxima a visitar a su padre, por lo que me tomé el atrevimiento de pedirle un favor, si podría usted hacerle llegar un paquete a unos familiares que también se encuentran allá.
—Perdone Cesar —dijo Carolina con un gesto de confusión— usted se ha equivocado, debe ser otra Carolina, le aseguro que no soy la que busca.
Carolina debió dar a su interlocutor un par mas de pruebas de que era la persona equivocada hasta que este se resigno ante la evidencia y decidió cortar no sin antes deshacerse en disculpas.
Noté que seguía confundida, permaneció unos segundos de pié y en silencio luego de finalizar la llamada.
—¿Qué coincidencia no?— me dijo rompiendo el silencio un poco exaltada.
—¿Cuál coincidencia? —le dije sorprendido— ¡Lo único en común con la mujer que buscaba este buen hombre es que ambas se llaman Carolina!
—La coincidencia, mi querido amigo, es que aparentemente la vida de esta Carolina ha sido completamente distinta a la mía —comenzó a explicarme mientras se sentaba—. Esta mujer tiene un marido, ¡yo jamás estuve a menos de 3 metros de un altar! ¡Si este hombre conoce a mi marido que por favor lo traiga jajaja! —ambos explotamos en una sonora carcajada—. Jamás he viajado fuera del país y no tengo previsto hacerlo por ahora, y vos sabes bien de mi padre —ha esta altura la sonrisa se había borrado de su rostro, el recuerdo de la muerte de su padre era tan doloroso para ella, que ni siquiera era capaz de repetirlo.
—Si es verdad pero... —fue lo único que atiné a decir, su razonamiento me confundía.
—¿Recordaras aquellas divagaciones, años atrás, sobre mitades siniestras y desconocidos gemelos herederos de la negación de nuestras virtudes? ¿no?
—¡Claro que si! ¿Cómo olvidarla? —le contesté— ¿Cómo olvidar esas jóvenes noches de febril creación de teorías que florecían bajo una copiosa lluvia de alcohol? —Y sobre todo como olvidar las veces que terminamos pidiéndonos perdón al día siguiente por nuestros excesos nocturnos, pero este comentario preferí omitirlo.
—Bueno esta llamada no hace mas que confirmar aquellas teorías, ¿no lo ves?, ¡está muy claro! —comenzó a emocionarse—. Nos equivocamos en el enunciado y no solo se trata de mitades siniestras y ausencias de virtudes, sino de todos los demás aspectos de la vida. Y aunque me cueste reconocerlo, es obvio que la persona que este señor busca soy yo, bueno en realidad no “esta” Carolina, ¡sino mi gemela exitosa!
La miré.
No se me ocurría nada, ni para confirmar lo que decía ni para refutarla.
—La equivocación de este señor Cesar es genial, paradójica, saltó la barrera que divide las vidas de los “gemelos” y se comunicó con uno del otro lado, ¡dándonos la prueba definitiva!
De joven su imaginación siempre fue muy activa, y el paso de los años no había echo mella en esta capacidad, por el contrario la habían potenciado. No se si esto era bueno o malo.
—Esto también significa que su padre, ¡mi padre!, aún vive... y vive en su versión exitosa, en la que tuvo éxito en sus emprendimientos inmobiliarios, en la que tuvo un matrimonio feliz, en la que entrego a su hija en el altar, en la que venció al cáncer...
Permaneció callada un par de minutos, con los ojos cerrados, su rostro se iluminó de felicidad, solo asomaron un par de lagrimas.
Abrió los ojos y me sonrió.
—¿Querés mas café?, ¿así que vos decís que primero fue el ruido a vidrio roto y después apareció el preceptor?... ¡para mi fue al revés! —me dijo volviendo al tema de la anécdota.
Jamás volvimos a hablar de la llamada equivocada, ni de gemelos.
15 junio 2006
El guionista
Y no es maldad, bueno no tanta, pero esto es algo que me está pasando últimamente con algunas de las personas que conozco. Lamentablemente la repetición, ‘arrutina’ y finalmente aburre, y ese viaje es solo de ida.
Pero ojo que una vida guionada no es tan simple como un “deja vú, no es solo repetir un gesto, una muletilla o la anécdota aquella tan graciosa con compañeros de facultad y la que a veces viene al caso, no, es más profundo e involucra más aspectos de la vida, sino todos, y lleva a convertir toda reunión social (la verdad no se si su vida intima también siga un guión), en una puesta en escena recursiva, en una soporífera función mil veces vista. Desde que entra en escena hasta que cae el telón no hace otra cosa que interpretar su papel, línea a línea, parlamento a parlamento, sin fallar el tiempo, y siempre dando el pié justo a los involuntarios actores de reparto de turno.
Tengo una idea fantástica: ¡escribir su próximo guión!, Pero necesito un cómplice para que me provea la ayuda necesaria para llevarlo de escena a escena durante la obra y evitar también cualquier atisbo de originalidad en sus monólogos, creo que será sencillo, mas aún tomando en cuenta lo bien que lo conozco, sé exactamente que lugar puede transformar en su escenario, sé también como va a hacer su entrada, sé que comentario dispara que anécdota, cual anécdota dispara esa carcajada y que carcajada es el prologo para tal remate.
Y así en el bar-escenario de elección, durante el clímax de su anécdota preferida, esa generadora de sus más profundas conclusiones y antes del orgásmico remate final, mi personaje, el guionista, se pondrá de pié frente a él atrayendo su atención y la de mis compañeros actores, y presionando la colilla del cigarrillo en el cenicero desenfundará con la agilidad de un pistolero del lejano oeste el guión y lo dejará caer lentamente delante de sus ojos. Protagonista y circunstanciales actores de reparto quedarán atónitos leyendo lo que pasó en la última hora de sus vidas, aceptando el echo de que solo somos personajes de un guión propio o ajeno.
01 junio 2006
Faltan 9 días
Y si, uno se siente un tipo mas o menos inteligente, que puede mantener una conversación interesante utilizando oraciones que contienen una o dos palabras “difíciles” como ácido desoxirribonucleico o psiconeuroinmunoendocrinología (esa es jodida) y con cuidado de usar correctamente adverbios de tiempo y lugar.
Es quizás por eso que me sienta desilusionado de mi mismo cuando en ciertos momentos y bajo ciertas circunstancias termine tirando la chancleta e inesperadamente actuando de una forma muy poco racional.
Bueno, posiblemente ya lo adivinaron en mi caso esto es simple y pasa por el fútbol.Generalmente durante una discusión deportiva (o sea fútbol) por mas apasionada que esta sea trato de mantener la calma y ser lo mas objetivo y neutral posible, cosa totalmente antinatural pero por demás útil si lo que se pretende es mantener la integridad física.
Pero sucede que cada cuatro años y con los primeros fríos se produce una extraña conjunción planetaria, que produce una mutación en mi ser. Los cambios físicos son casi imperceptibles o atribuibles a otras causas como la mayor ingesta de calorías durante el invierno, pero lo que si son claros son los cambios psicológicos. Es notable el cambio de humor, la reacción exagerada antes hechos irrelevantes y la intolerancia a flor de piel.
No se con que nombre técnico llamaría un especialista a este síndrome, pero el común de los mortales lo conocen como “El Mundial”. Y listo!, es todo lo que necesito escuchar para empezar a salivar fútbol como tarado y repetir mentalmente la frase "Barrilete cósmico de que planeta venís" como si se tratara de un mantra, para que mis conversaciones sobre cualquier otro tema tengan menos contenido que los horóscopos del chicle globo Bazooka, para que la misma memoria que falla para aniversarios y cumpleaños ahora me permita recordar la formación con suplentes incluidos de la selección de Servia y Montenegro (bueno casi), para sentirme mas argentino que Laprida y demás congresales el 9 de Julio, para sensibilizarme de tal forma que no creo que nada me haya causado tanta indignación e impotencia como aquel famoso penal cobrado por Codesal en la final del '90, o para no evitar que se me piante un lagrimón al ver una propaganda de Quilmes ...
Y si, lo que se llama un reverendo boludo!
Pero bueno solo pasa cada cuatro años y lo pienso disfrutar como chancho!! total dentro de un mes todo regresa a la normalidad, los ánimos se apaciguan y solo resta ver los domingos el resumen de la fecha en Fútbol de Primera y cada tanto ir a la cancha a alentar a la Lepra a ver si de una puta vez sube a la B ... que triste.